Jeremías  18, 1-12


En el taller del alfarero
Is 29,16; Eclo 38,29s; Rom 9,19-21

Palabras que el Señor dirigió a Jeremías: – Baja al taller del alfarero y allí te comunicaré mi palabra. Bajé al taller del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. A veces, trabajando el barro, le salía mal una vasija; entonces hacía otra vasija, como mejor le parecía. Y me dirigió la palabra el Señor: – Y yo, ¿no podré, israelitas, tratarlos como ese alfarero? Como está el barro en manos del alfarero, así están ustedes en mis manos, israelitas. Primero me refiero a un pueblo y a un rey y hablo de arrancar y arrasar; si ese pueblo al que me refiero se convierte de su maldad, yo me arrepentiré del mal que pensaba hacerles. Después me refiero a un pueblo y a un rey y hablo de edificar y plantar: si me desobedecen y hacen lo que yo repruebo, yo me arrepentiré de los beneficios que les había prometido. Y ahora habla a los judíos y a los vecinos de Jerusalén:
Así dice el Señor: Yo, el alfarero,
les preparo un castigo
y medito un plan contra ustedes.
Que se convierta cada cual
de su mala conducta,
corrijan su conducta y sus acciones. Responden: No queremos,
seguiremos nuestros planes,
cada uno seguirá la maldad
de su corazón perverso.
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