II Crónicas  36, 13-16

Rebelóse asimismo contra Tabucodonosor, al cual había por Dios jurado fidelidad, y endureció su cerviz, y, obstinándose su corazón, no se volvió a Yahvé, el Dios de Israel. También todos los príncipes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron sus prevaricaciones, siguiendo las abominaciones de las gentes y contaminando la casa de Yahvé, que él había santificado en Jerusalén. Yahvé, Dios de sus padres, les mandó sus mensajeros constantemente para amonestarlos, pues quería perdonar a su pueblo y a su casa. Pero ellos hicieron escarnio de los mensajeros de Dios y menospreciaron sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Dios contra su pueblo y ya no hubo remedio.
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