II Reyes  1, 4-10

Por eso así dice Yahvé: No bajarás del lecho en que has subido, pues morirás,” Y Elías se fue. Volvieron los mensajeros a Ocozías, y él les preguntó: “¿Cómo os habéis vuelto?” Y ellos respondieron: “Ha salido a nuestro encuentro un hombre y nos ha dicho: Id y volveos al rey que os ha mandado y decidle: Así habla Yahvé: ¿No hay Dios en Israel, para que mandes tú a consultar a Baalzebub, dios de Acarón? Por eso no bajarás tú del lecho a que has subido, pues morirás.” Ocozías les preguntó: “¿Qué trazas tenía el hombre que ha salido a vuestro encuentro y ha dicho eso?” Ellos le respondieron: “Era un hombre vestido de pieles y con un cinturón de cuero a la cintura.” Ocozías dijo: “Es Elías tisbita.” Mandó a él un quincuagenario con sus cincuenta hombres. Subió el jefe a Elías, que estaba sentado en la cumbre de la montaña, y le dijo: “Hombre de Dios, el rey dice: Baja.” Elías respondió al jefe de los cincuenta: “Si soy hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te abrase a ti y a tus cincuenta hombres.” Y bajó fuego del cielo y le devoró con sus cincuenta hombres.
Ver contexto