Job  10, 14-22

Si peco, tú me vigilas, y de mi falta no me disculparás. Si prevarico, ¡ay de mí! Si soy inocente, no podré levantar la cabeza, harto de ignominia y ebrio de penas8. Y si la levanto, tú me cazarás como león, y contra mí vuelves a hacer ostentación de tu poder. Renovarás tus pruebas contra mí como tropas de refresco. ¿Por qué me sacaste del vientre de mi madre? Muriera yo sin que ojos me vieran. Fuera como si nunca hubiera existido, llevado del vientre al sepulcro. ¿No son pocos los días de mi existencia? Retírate de mí para que pueda alegrarme un poco antes de que me vaya, para no volver, a la tierra de tinieblas y de sombras, tierra de negrura y desorden, en la que la claridad es como la oscuridad.
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