Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Despecho de Jonas (1-4).
1 Apesadumbróse sobremanera Jonas, se enojó 2 y oró a Yahvé, diciendo: ¡Cómo, Yahvé! ¿no es esto lo que me decía yo estando en mi tierra? Por eso, precaviéndome, quise huir a Tarsis, pues sabía que eres Dios clemente y misericordioso, tardo a la ira, de gran piedad, y que te arrepientes de hacer el mal. 3 Ahora, pues, Yahvé, quítame la vida, porque mejor me es la muerte que la vida. 4 Díjole Yahvé: ¿Te parece que haces bien con enojarte así? La penitencia de los ninivitas, lejos de alegrar a Jonas, le contrista sobremanera, y éste se queja a Dios porque han resultado fallidos sus anuncios sobre la próxima destrucción de la ciudad. El temperamento mezquino y cerrado del profeta no puede ser mejor reflejado. Cree que se ha comprometido su buen nombre al no realizarse sus funestas predicciones, y no le importa la gloria que supone para su Dios la conversión de una ciudad populosa en pleno. El hagiógrafo se complace, pues, en contrastar la actitud cerrada y malhumorada de Jonas con la magnanimidad abierta del Dios de los judíos.
De hecho, todos los profetas del A.T. se alegran del arrepentimiento de los destinatarios de sus vaticinios conminatorios, y predican siempre en el supuesto de que
Yahvé da el perdón a quien sinceramente se vuelve a El. Jonas, en cambio, aquí simboliza al judío resentido, que considera los gentiles como destinados necesariamente a la reprobación, sin esperanza de rehabilitación. Es un indicio más del carácter artificial de la narración.
Reprensión de Dios (5-11).
5 Salióse Jonas de la ciudad y se sentó al lado oriental de ésta, y, haciendo un chozo, metióse en él, a la sombra, hasta ver lo que era de la ciudad. 6 Dispuso Yahvé, Dios, un ricino, que creció hasta por encima de Jonas, y haciendo sombra sobre su cabeza, le defendía del calor. Jonas se alegró mucho por el ricino, 7 pero dispuso Dios un gusano que a la mañana siguiente atacó al ricino, y éste se secó. 8 Al salir el sol mandó Dios un recio viento solano, y el sol hirió en la cabeza a Joñas, que, angustiado, se deseaba la muerte, diciendo: ¡Mejor sería para mí morir que vivir! 9 Entonces dijo Yahvé a Jonas: ¿Te parece bien enojarte por el ricino? Y él respondió: Sí; me parece bien enojarme hasta la muerte. 10 Yahvé le dijo: Tú tienes lástima del ricino, en el cual no trabajaste por hacerle crecer, que en el espacio de una noche nació y en el de otra noche pereció, 11 ¿y no voy a tener yo piedad de Nínive, la gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil hombres que no distinguen su mano derecha de la izquierda, y, además, numerosos animales ? Yahvé no encuentra razonable el enojo del profeta:
¿Te parece que haces bien con enojarte así? (v.4). Los designios de la Providencia son secretos, y no puede Yahvé castigar a una ciudad sólo porque quede en buen lugar la fama de Jonas. Aunque le moleste el quedar ante la opinión pública como soñador del castigo de la ciudad, debe pensar ante todo en el bien inmenso que consiguió con su predicación conminatoria. ¿Cómo había de permitir Dios la destrucción de la gran ciudad, sabiendo que hay en ella
ciento veinte mil que no distinguen su mano derecha de la izquierda (v.11); es decir, niños que no han llegado al uso de la razón y, por tanto, son totalmente inocentes? La historieta del
ricino que crece para sombrear a Jonas, y su desaparición, sirve para mostrar el carácter antojadizo y ruin de Jonas, que se molesta por la desaparición del arbusto que le daba sombra, mientras que no le da pena de la muerte de miles de inocentes en la ciudad.
El contraste entre la actitud magnánima de Dios y la mezquina de Jonas es irónica, y puede considerarse como la tesis general del libro. Dios admite también a la penitencia a los paganos.
Es la tesis universalista, que se va abriendo paso en la literatura tardía del judaismo. En el libro de Job es un oriental (no judío) el máximo dechado de rectitud moral. En el libro de Jonas se critica la tesis del exclusivismo judío, según la cual sólo los pertenecientes al pueblo elegido
tenían derecho al arrepentimiento y perdón de parte de Dios. Como el libro de Job, este de Jonas reviste las características de una novela religiosa didáctica, en la que se contrastan dos ideas teológicas: el exclusivismo judío tradicional y el universalismo, que va adquiriendo carta de naturaleza en la época postexílica.